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Hemos repetido permanente las palabras de la entonces Ministra de Educación y Cultura- Dra. Adela Reta- Al final del Congreso Nacional de Escritores.
Esa personalidad en aquella instancia señaló…
“La palabra escrita no morirá nunca”.
Eso fue en 1988.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes…
En la última década, con otros escribe- papeles, tozudos, aferrados a la escritura creemos aún en esa afirmación. Pero, ¿Será válida de aquí a las nuevas generaciones?
Por aquellos tiempos el escritor José Ríos manifestaba públicamente:
“La problemática del escritor nacional y su obra, es compleja. Una de las tantas causas de la poca difusión del libro está en el dominó de la Televisión sobre la mayoría de la población del Uruguay. La lectura ha quedado relegada a causa del tremendo avance de ese medio de comunicación. Las centenares de horas que el uruguayo destina a permanecer frente a la pequeña pantalla, son otras tantas horas restada a la lectura.
Los “Dibujos Animados”, los encuentros deportivos, los teleteatros, los noticieros, las películas, son otros tantos programas observados ávidamente por una platea de niños, mujeres, hombres, ancianos.
El impacto de la Televisión se ha hecho sentir en la venta de Diarios, Semanarios, Revistas y libros.
No hay tiempo para leer y, en consecuencia, no se venden los medios escritos de información.
Al no existir la demanda, el libro se encarece; y al subir los precios se hace más difícil adquirirlo. El libro es una mercancía que sólo es accesible a una clase social con cierto desahogo económico. El lector obrero, o modesto empleado, piensa dos veces antes de comprar un volumen cuyo precio oscila en N$ 1.000 a N$ 1.500.
Un pueblo culto es un pueblo lector. El libro como elemento de estudio, distracción, información, va formando culturalmente al individuo. ¿Qué pasa, entonces, si el uruguayo en vez de ller buenos libros se dedica a consumir las imágenes de crímenes, violencia, sexo, chabacanería.”
Hoy, son otras realidades de los cuales Ríos ni se asomó.
Hoy el libro ha perdido su importancia al nivel de que un productor cinematográfico filmó una película donde los habitantes de un pequeño pueblo, ante el avance de un gobierno totalitario, el encabezado por Adolf Hitler, quemando libros, cada habitante se leyó un libro para salvar esas historias… uno es “Cien años de soledad”, otro “Crimen y Castigo”, otro “Las venas abiertas de América Latina”, “Cuentos de Juan José Morosoli”, otro “Varal Tendido” de Ricardo Leonel Figueredo, otro de Guy de Mopassant y así contemplar los cien habitantes de aquel pueblito la salvación de esos libros.
Uno quiere creer que esto solo sea fábula y que el libro sobreviva a los adelantos. ¿Usted que dice?.
Todavía recordamos parte de la “Declaración de Pan de Azúcar” muy optimista por aquellos tiempos…
Declaración de Pan de Azúcar
El plenario del Congreso Nacional de Escritores (Segundo Congreso de Escritores del Interior), celebrado en la ciudad de Pan de Azúcar, departamento de Maldonado, y en el Argentino Hotel de Piriápolis, destaca su satisfacción por poder reunirse después de cincuenta años del Primer Congreso de Escritores del Interior, llevado a cabo en el Ateneo de Montevideo. Las conclusiones fueron las siguientes:
1) Propiciar estas medidas encaminadas a editar obras de autores nacionales:
a) Apoyo económico a las empresas que editan libros, periódicos y revistas de interés cultural.
b) Creación de Comisiones convocadas por las distintas Intendencias de la República a los efectos de elegir obras que merezcan su publicación.
c) Creación de un fondo editorial financiado entre cada Municipio y el Ministerio de Educación y Cultura, que permita editar de tres a cinco obras anuales en cada departamento.
d) Solicitud de aumento de las líneas de crédito que concede el Banco de la República Oriental del Uruguay a los autores nacionales, teniendo en cuenta en cada caso factores objetivos, como por ejemplo la extensión de la obra, y otros que influyen en el costo, bajando el interés actual al 1% mensual: todo para permitir a los autores nacionales la publicación de sus obras.
2) Solicitar del Parlamento Nacional el estudio de una ley que permita la inserción del escritor uruguayo, en calidad de colaborador profesional, en todos los medios de difusión: La radio y la televisión preferentemente. La ley deberá contemplar la creación de espacios permanentes y de frecuencias regulares, para la difusión de las obras nacionales y la información sobre ellas.
Pero, no obstante lo manifestado en nuestros apuntes, creemos que tanto en Pan de Azúcar y Piriápolis hay gente entusiasta- tal los casos por dar nombres- de la bibliotecaria pandeazuquense Rosario Pérez, como Loreley Molinelli en Piriápolis son baluartes de la palabra escrita y, por ende, del libro y su obra.
Eso sí, convivimos con generaciones no muy afectas a la lectura, pero ahí está nuestro trabajo promoviendo aquello conocido de “El libro, no muerde”.
Esa personalidad en aquella instancia señaló…
“La palabra escrita no morirá nunca”.
Eso fue en 1988.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes…
En la última década, con otros escribe- papeles, tozudos, aferrados a la escritura creemos aún en esa afirmación. Pero, ¿Será válida de aquí a las nuevas generaciones?
Por aquellos tiempos el escritor José Ríos manifestaba públicamente:
“La problemática del escritor nacional y su obra, es compleja. Una de las tantas causas de la poca difusión del libro está en el dominó de la Televisión sobre la mayoría de la población del Uruguay. La lectura ha quedado relegada a causa del tremendo avance de ese medio de comunicación. Las centenares de horas que el uruguayo destina a permanecer frente a la pequeña pantalla, son otras tantas horas restada a la lectura.
Los “Dibujos Animados”, los encuentros deportivos, los teleteatros, los noticieros, las películas, son otros tantos programas observados ávidamente por una platea de niños, mujeres, hombres, ancianos.
El impacto de la Televisión se ha hecho sentir en la venta de Diarios, Semanarios, Revistas y libros.
No hay tiempo para leer y, en consecuencia, no se venden los medios escritos de información.
Al no existir la demanda, el libro se encarece; y al subir los precios se hace más difícil adquirirlo. El libro es una mercancía que sólo es accesible a una clase social con cierto desahogo económico. El lector obrero, o modesto empleado, piensa dos veces antes de comprar un volumen cuyo precio oscila en N$ 1.000 a N$ 1.500.
Un pueblo culto es un pueblo lector. El libro como elemento de estudio, distracción, información, va formando culturalmente al individuo. ¿Qué pasa, entonces, si el uruguayo en vez de ller buenos libros se dedica a consumir las imágenes de crímenes, violencia, sexo, chabacanería.”
Hoy, son otras realidades de los cuales Ríos ni se asomó.
Hoy el libro ha perdido su importancia al nivel de que un productor cinematográfico filmó una película donde los habitantes de un pequeño pueblo, ante el avance de un gobierno totalitario, el encabezado por Adolf Hitler, quemando libros, cada habitante se leyó un libro para salvar esas historias… uno es “Cien años de soledad”, otro “Crimen y Castigo”, otro “Las venas abiertas de América Latina”, “Cuentos de Juan José Morosoli”, otro “Varal Tendido” de Ricardo Leonel Figueredo, otro de Guy de Mopassant y así contemplar los cien habitantes de aquel pueblito la salvación de esos libros.
Uno quiere creer que esto solo sea fábula y que el libro sobreviva a los adelantos. ¿Usted que dice?.
Todavía recordamos parte de la “Declaración de Pan de Azúcar” muy optimista por aquellos tiempos…
Declaración de Pan de Azúcar
El plenario del Congreso Nacional de Escritores (Segundo Congreso de Escritores del Interior), celebrado en la ciudad de Pan de Azúcar, departamento de Maldonado, y en el Argentino Hotel de Piriápolis, destaca su satisfacción por poder reunirse después de cincuenta años del Primer Congreso de Escritores del Interior, llevado a cabo en el Ateneo de Montevideo. Las conclusiones fueron las siguientes:
1) Propiciar estas medidas encaminadas a editar obras de autores nacionales:
a) Apoyo económico a las empresas que editan libros, periódicos y revistas de interés cultural.
b) Creación de Comisiones convocadas por las distintas Intendencias de la República a los efectos de elegir obras que merezcan su publicación.
c) Creación de un fondo editorial financiado entre cada Municipio y el Ministerio de Educación y Cultura, que permita editar de tres a cinco obras anuales en cada departamento.
d) Solicitud de aumento de las líneas de crédito que concede el Banco de la República Oriental del Uruguay a los autores nacionales, teniendo en cuenta en cada caso factores objetivos, como por ejemplo la extensión de la obra, y otros que influyen en el costo, bajando el interés actual al 1% mensual: todo para permitir a los autores nacionales la publicación de sus obras.
2) Solicitar del Parlamento Nacional el estudio de una ley que permita la inserción del escritor uruguayo, en calidad de colaborador profesional, en todos los medios de difusión: La radio y la televisión preferentemente. La ley deberá contemplar la creación de espacios permanentes y de frecuencias regulares, para la difusión de las obras nacionales y la información sobre ellas.
Pero, no obstante lo manifestado en nuestros apuntes, creemos que tanto en Pan de Azúcar y Piriápolis hay gente entusiasta- tal los casos por dar nombres- de la bibliotecaria pandeazuquense Rosario Pérez, como Loreley Molinelli en Piriápolis son baluartes de la palabra escrita y, por ende, del libro y su obra.
Eso sí, convivimos con generaciones no muy afectas a la lectura, pero ahí está nuestro trabajo promoviendo aquello conocido de “El libro, no muerde”.
Alfredo Moyano
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