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La muerte es el fin de todos los sueños ilusorios. El Buda se preguntó: ¿cuál es la causa última del dolor y del sufrimiento? Y para responder a esta urgencia existencial abandonó su mundo, su palacio, su esposa, su hijo, y se retiró al bosque para meditar y descubrir la verdadera naturaleza de nuestra existencia y del malestar existencial que padecemos.
La Vía es el modo y orden de vida espiritual encaminada a la perfección de la virtud, que se divide en tres estados; vía purgativa, iluminativa y unitiva. Este fue el camino que Buda siguió para encontrar las respuestas existenciales de la vida. La vía es una forma y actitud para encontrar nuestras propias respuestas que entre los treinta y cinco y cuarenta años, a veces antes comienzan a inquietarnos. Nuestro proceso no tiene porqué transitarse como Buda, pero si es un proceso de búsqueda que en su etapa más profunda se transita en solitario. Un detonante para iniciar esta búsqueda se manifiesta en; la enfermedad, falta de dinero, rompimiento familiar o de pareja, hijos y otros movimientos profundos, son el empujón que el universo nos da, para que comencemos la búsqueda. El despertar no se lleva a cabo leyendo libros y escuchando o viendo mentores solamente, la parte esencial de este proceso es vivencial, íntimo y en solitario con nuestra sabiduría. Nos hacemos conscientes de que somos arquitectos de nuestra vida, creamos y construimos sintiendo, pensando, expresando y haciendo. La primera etapa es la búsqueda de la verdad personal, individual, reconociéndonos con luces y sombras, aceptándonos como individualidad que forma parte del mundo y el mundo en nosotros, para luego aprender a aceptar las individualidades en otras personas que también forman parte del mundo que habitamos y así comenzar el camino de unidad. Identificar nuestros principios y valores es una parte fundamental para vivir el camino sin miedo, tolerancia y con convicción para tener un paso firme, pero siempre reconociendo las señales que indican el frenar, desviarse o tomar atajos en esa Vía. La Desfragmentación bioenergética es la herramienta que nos ha permitido a todos los que la experimentamos quitar los velos de las apreciaciones personales sobre el mundo que como resultado construyen barreras existenciales, esto permite reconocer nuestros reflejos, reconocernos y practicar la búsqueda de forma amorosa, con humildad y autogestión personal. Es un camino infinito, ya que la Vía se transforma es tu forma de vivir.
“Cuando Desperté casa de té” fue el detonante para retomar este camino que comencé hace dieciocho años y por un momento abandoné.
Mariana Rodríguez
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